Joël Dicker me cautivó hace un tiempo con Harry
Quebert, y me lancé a esta novela suya, más antigua, con mucho interés. No
puedo decir que me haya decepcionado, pero sí que me ha sorprendido.
La historia no es ningún crimen, no es novela
negra. Es la historia de un grupo de
combatientes en la II Guerra Mundial. En concreto, combatientes franceses (o
con doble nacionalidad) que se integran en el ejército británico y forman parte
de la Resistencia, van y vienen de Inglaterra a Francia y de Francia a
Inglaterra, luchando por su país y por los Aliados.
Empieza la novela con el período de formación de
estos jóvenes, centrándose sobre todo en el joven Paul-Emile, apodado Palo por
sus compañeros. Ha dejado a su padre en París, lo recuerda continuamente, y
siente enormemente no poder verle ni ponerse en contacto, cosa que está
prohibida por su papel en la guerra.
Palo se enamora de la única chica que pasa con
ellos el período de formación, y viven una historia de amor trágica, pues saben
que en sus idas y venidas, tarde o temprano uno de ellos puede morir o, por qué
no, los dos.
Las relaciones que se establecen entre todos
estos jóvenes son relatadas con mucha sencillez, y aprenderemos a conocerles y a
apreciarles. Es, al fin y al cabo, la vida de unos hombres que están viviendo
los últimos días de sus padres.
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