Me habían hablado de Fred Vargas y de sus novelas
policíacas en un par de ocasiones, y me decidí para comenzar por el primero de
la saga del detective Adamsberg.
Adamsberg es un policía que trabaja en París, un
hombre atípico e inmensamente intuitivo. Sus pensamientos ocupan una gran parte
de la novela, en especial su búsqueda de Camille, una historia de amor antigua.
Cuando comienzan a aparecer una serie de círculos
azules dibujados con tiza en diversos lugares de la ciudad, conteniendo en su
interior objetos cotidianos de los que se encuentran en una calle normal, nadie
presta atención salvo Adamsberg, que intuye que tarde o temprano va a suceder
algo más. Efectivamente, tras unos meses así, finalmente una mujer es degollada
y abandonada dentro de uno de los círculos azules. Adamsberg tiene ya una serie
de contactos en la ciudad, entre ellos una mujer muy observadora (y chismosa) y
un ciego desagradable y guapo.
No me ha enganchado esta novela. No sé por qué,
pero siendo, como es, breve (142 páginas) he tardado en leerla casi una semana.
No hay un hilo conductor, los pensamientos de Adamsberg se me antojan repetitivos
y los personajes no han terminado de convencerme.
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