La cuarta y última entrega del inspector de policía
de París Camille Verhoeven nos mantiene en ascuas casi casi hasta el final. La
historia es la siguiente: tras su horrible experiencia cuando su esposa, Irene,
fue asesinada en el transcurso de una investigación, nuestro inspector ha
conseguido ilusionarse con otra mujer, Anne. Una mujer que pasa por su vida sin
pedir nada ni hacer planes de futuro. Cuando, durante un atraco en el que se ve
envuelta como clienta, es brutalmente agredida y está a punto de morir, Camille
se toma el asunto como no debe jamás hacerlo un policía: como algo personal.
La investigación continúa su curso, y el agresor
busca a Anne con el fin de acabar con ella en el mismo hospital. Camille
comprende que hay cosas ocultas e intereses a los que no puede llegar, pero va
avanzando como un perro de presa. Su temible intuición hará el resto.
Una excelente
manera de finalizar con la tetralogía y la carrera policial de un Camille
Verhoeven que se ha hecho un hueco en el mundo de la novela negra.
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