Posiblemente la entrega del comisario Sejer que más me ha gustado
hasta ahora. La historia es un cúmulo de pequeñas casualidades y diminutas
desgracias, encadenadas una tras otra hasta dar lugar a un crimen que todo el
que lea la novela lamentará profundamente.
Un hombre de cincuenta años, buen hombre, gran persona, algo
lento, decide, por su cuenta y riesgo, que quiere casarse con una mujer. Y cree
que la India es el mejor lugar para encontrarla. Sin pedir consejo, sin
recurrir a agencias, vuela hasta allí y en el primer restaurante donde entra,
hay una camarera que le encandila. Tras pocos días de relación, se casan en el
consulado y el vuelve a Noruega dispuesto a esperarla unos días después.
Llega el gran día y tras acondicionar su casa de soltero para
recibir a su esposa, se dispone a salir
hacia el aeropuerto cuando le llaman del hospital: su hermana ha sufrido un
accidente de tráfico y está gravísima. No puede dejarla, pero tampoco puede
abandonar a su esposa en un aeropuerto. Un cúmulo de pequeñas desgracias
desembocarán en la muerte de la esperada esposa, y el comisario Sejer será el
encargado de desentrañar la madeja.
Las sospechas, los comentarios, los rumores que se desencadenan en
un pequeño pueblo de dos mil habitantes, donde nadie quiere decir nada sobre un
vecino por miedo a equivocarse (o a acertar) son relatadas magistralmente por
Karin Fossum, que una vez más nos adentra en los pensamientos más que en los
hechos.
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