Un libro extraño, del que siempre había oído hablar y que hoy he
terminado. El Gran Hermano es un ente que todos, en mayor o menor medida,
conocemos de oídas, aunque sólo sea por el programa de televisión. En este
libro la figura del Gran Hermano es alguien (no necesariamente una persona) que
todo lo ve, todo lo oye, todo incluso lo intuye.
Una sociedad distópica, en la que el mundo se ha organizado en
torno a tres potencias: Oceanía (que engloba a América y las Islas Británicas),
Eurasia (Europa y Rusia, incluyendo la parte asiática) y Asia Oriental (China,
Japón, la India, etc.). África es zona de guerra, y va pasando de una potencia
a otra según fluya el conflicto, conflicto que dura años y años y que nunca
acabará.
En Oceanía, donde transcurre el libro, existen los miembros del
Partido Interior, los del Partido Exterior y los proles (proletarios, el grueso
de la población). En realidad, si a mí me pidieran opinión, querría ser prole,
pues son los únicos que no están permanentemente fiscalizados por las
telepantallas, que observan cada uno de los gestos, palabras, expresiones, de
los miembros del Partido.
Una parábola de la sociedad a la que nos habría podido llevar un
extremo socialismo, sólo preocupado de perpetuar el poder día tras día. A través
de los ojos de Winston, un miembro del Partido Exterior que empieza a dudar de
lo que vive, llegando a enamorarse de la joven Julia, asistimos a una caída y
degradación lastimosa, y en mi opinión imposible. Un libro del que yo esperaba
más.
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