Una nueva distopía ha caído en mis manos. Estamos en fechas
cercanas, pero tras un descenso de la natalidad a nivel mundial, el último
hombre nació en 1995. Desde entonces, el esperma de todos los hombres de la
Tierra ha resultado ser inservible, y no ha habido ni un solo embarazo durante
veinticinco años. El año Omega, se llama. Y los nacidos en ese año, son los
Omegas. Unos jóvenes agraciados, mimados y que se han unido en muchas ocasione
en bandas para hacer el mal.
Mientras tanto, la sociedad envejece sin tener la esperanza de un
futuro mejor. No hay niños, no hay adolescentes. Hay muchas personas maduras y
cada vez más ancianos. En este contexto, un hombre se ha hecho con el poder en
Gran Bretaña, convirtiéndose en el Custodio del país, gobernando con mano
inflexible y sin apenas oposición, tomando decisiones muchas veces degradantes.
Ante su descontento, un pequeño grupo de personas intenta cambiar
la sociedad, y piden ayuda a Theo, un profesor de Oxford muy cercano
familiarmente al Custodio. Esto, que comenzará como algo sin importancia, dará
lugar a una petición de ayuda mucho más explícita cuando el grupo (los Cinco
Peces) se vean una situación comprometidísima que puede cambiar el curso del
futuro de la humanidad.
Una gran novela que incita a una profunda reflexión sobre ciertos
aspectos vitales.
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