Ramón
Cerdá nos introduce en esta ocasión en la novela erótica de la
mano de un anciano que se encuentra pasando sus últimos tiempos en
una residencia. Hace años que este hombre, Camilo, no mantiene relaciones
sexuales, pues tras una enfermedad dejó de tener erecciones, tras
haber tenido una intensa vida sexual. A través de sus recuerdos de
épocas mejores, aderezado con sus fantasías con las pocas mujeres
que hay en su entorno cercano (la propietaria de la residencia, o
una residente casi de su edad), nos relata una serie de historias
eróticas que no he acabado de admirar. Quizá tenga que ver con mi
visión de que una niña de doce años no debe mantener relaciones
con un adulto, ni veo gran placer en pegar ni en dejarse pegar... A
lo mejor soy demasiado tradicional. O quizá me incomoden los
delitos.
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