Juan Ramón Lucas nos hace vivir a través de los ojos de María la
Guapa, mujer que vivió a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en un
contexto para mí desconocido: la vida minera en la zona de Cartagena, en la
provincia de Murcia.
María la Guapa narra su vida desde que en la adolescencia se
enamora del señorito del lugar, el hijo del Lobo. El Lobo es un hombre que tras
salir de la nada, se ha hecho con la explotación de varias minas del lugar, y
se ha enriquecido a costa del trabajo de los mineros, hombres y niños que
trabajan, viven y mueren bajo un ambiente insalubre, de metales en el aire que
respiran, de accidentes dentro de la mina, de miseria y mezquindad.
María se enamora, y sus amores son correspondidos, pero su amor
muere (el cólera no entiende de clases sociales) y se verá obligada a mantener
ella sola a su hijo, tras ser repudiada por su familia y ser expulsada también
de la Casa Grande, la casa donde vive toda la familia del Lobo, donde había
entrado a servir.
Esta es la historia de la miseria de las minas, de una época en la
que quien tenía el dinero tenía el poder. Una historia, en suma, de desgracias,
que nos lleva por un mundo que afortunadamente ha desaparecido, pero del que
procedemos. Y es la historia de un hombre que vivió y fue leyenda, pero del que
apenas quedan recuerdos, quizá, solo quizá, por la maldición que pesaba sobre
él y su familia.
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