Segunda novela de Fiona Barton que he leído en los últimos días.
En esta ocasión, todo comienza con una terrible historia: la desaparición de
una recién nacida, Alice, apenas con un día de vida, en el hospital donde su
madre estaba ingresada. Más de cuarenta años después, la madre de Alice sigue
obsesionada con el asunto, soñando con su bebé.
Cuando aparecen unos huesos de un bebé en los escombros de una
casa, una periodista empieza a atar cabos y a investigar, pues sospecha que pueden
ser los restos de Alice. Inicia una relación de confianza con la madre, pero a
su vez le llega extraña información por parte de otra mujer que está
obsesionada con este asunto, y acaba confesando que el bebé era suyo… ¿Estarán
ambos casos relacionados?
Una dolorosa historia donde el concepto de maternidad aparece de
maneras muy diferentes, desde quien sólo considera el ser madre como una vía
para otros fines hasta quien se quedó estancada en un momento de su vida.
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