Un thriller contado desde un punto de vista bastante peculiar. En
realidad, contado desde tres puntos de vista diferentes (la periodista, el
inspector, la viuda). Pero lo interesante, verdaderamente, es este último aspecto.
Pero ¿quién es la viuda? Pues es la esposa del sospechoso muerto.
En este caso, del sospechoso del secuestro de una niña de dos años, una niña
que se quedó sin supervisión adulta durante unos minutos, el tiempo justo para
que alguien se la llevara del jardín de su casa.
Jean es esa esposa siempre cerca de su marido, una esposa siempre
apoyando, una esposa que no deja ningún resquicio a la duda de que ha habido un
tremendo error al sospechar de su esposo. Le acompaña en el juicio y no expresa
en ningún momento dudas respecto a su inocencia.
Ahora bien, cuando van saliendo a la luz las aficiones de su
esposo, sobre todo, las relacionadas con pornografía infantil, ¿cuál es la
actitud de Jean? Simplemente seguir a su lado y creer todas sus explicaciones.
Jean es una mujer subyugada por su marido, pero cuando muere en un accidente
frente a sus ojos, es una mujer liberada de una carga que cayó sobre ella sin
apenas entender cómo… Si finalmente dará lugar a esclarecer el asunto,
deberemos acabar el libro para saberlo.
Un thriller muy bien conseguido, adictivo y que hace reflexionar
sobre los peligros de Internet.
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