El título de este libro me encandiló, sentí curiosidad y me puse
con él. Ya había leído un par de novelas de Benito Olmo, pero esta, que es
anterior, no tiene nada que ver con ellas. Es una novela íntima, aunque mantiene
la tensión con un par de asuntos de índole criminal.
David es un joven granadino (o granaíno, como diría él), que
reside en Madrid desde hace varios años, y apenas mantiene relación con su
familia. Tuvo desavenencias con su padre y desde entonces ya no se siente
cómodo en su ciudad. Cuando un día su madre le llama para comunicarle que su
padre ha fallecido de un infarto, se dirige inmediatamente a Granada y empieza
a lamentar no haber mantenido un mayor contacto con él.
Pero cuando llega se da cuenta de que hay cosas en la muerte de su
padre que no encajan, como por ejemplo el lugar del fallecimiento, que no es
otro que la casa familiar de sus abuelos, donde poco a poco se va enterando de
que su padre pasaba mucho tiempo. También descubre que la empresa familiar ha
pasado a manos de su hermano, con quien siempre mantuvo una buena relación y
que ahora le parece un extraño, sobre todo por la actitud que tendrá al saber
que David ha heredado la casa de los abuelos.
David se instala allí, y un día aparece en su casa Alicia, una
joven frágil a la vez que fuerte, una joven que fue amiga de su padre y en la
que no podrá dejar de pensar, hasta el punto de enamorarse.
Pero la historia con su hermano no ha terminado, y a David le va
llegando información sobre su papel en la decadencia y muerte de su padre, cosa
que David no podrá perdonar.
En conjunto, una excelente novela, bien hilada y donde la historia
acaba de una manera completa.
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