Hacía tiempo que no me enganchaba así una
novela negra. Pero en esta ocasión me ha gustado la historia, y más aún, me han
gustado los investigadores, hasta llegar a cogerle afecto al investigador protagonista,
vulnerable como pocos tras haber sufrido una horrible tragedia.
Un hombre muere bajo las ruedas de un
autobús, aparentemente en un acto suicida, pero todo se complica cuando se
comprueba que entre sus efectos personales hay una cajita blanca que contiene
una oreja. No es la primera vez que los investigadores se encuentran con esto,
y de hecho la siguiente entrega que esperan es dos ojos, una lengua y por
último un cadáver. Porque no es la primera vez que ocurre algo así, sino que ya
ha habido muchos casos similares, siempre castigando a alguien torturando y
finalmente matando a una hija o hermana. Castigando, sí, a un delincuente no
buscado por la ley, pues El cuarto mono, como lo apodan los medios de
comunicación, busca castigar delitos.
Parece, pues, que El cuarto mono ha muerto,
pero aún queda una joven secuestrada quién sabe dónde, y la labor de nuestros
policías será encontrarla. Pero no todo es tal y como parece, y la investigación
deparará muchas sorpresas mientras el diario del muerto va explicando algunas
cosas…
Excelente novela negra, como ya dije antes.
Comenzaré con la siguiente del autor, que no sé si será la continuación o bien
será independiente.
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