martes, 3 de marzo de 2020

Los ojos de la oscuridad



Comencé este libro guiada por el rumor de que Dean Koontz había predicho el coronavirus, inventando una cepa de un virus llamado Wuhan-400 desarrollado en esa misma ciudad, cuya trama se desarrollaba en 2020. Sentí curiosidad y allá fui.
Ya al comenzar me di cuenta de que algo no cuadraba. ¿2020, y teléfonos analógicos exclusivamente? Estaba ambientada en la época en la que se escribió, 1981. Pero todavía podía ser real lo del virus de Wuhan.
La historia es buena: una joven madre, Tina, que vive y trabaja en Las Vegas ha perdido a su hijo en un estúpido accidente de montaña, hace ya un año, junto con su grupo de excursionismo. Ella ha asumido ya su pena y su duelo, pero empieza a tener unos preocupantes sueños relacionados con su hijo y donde él está vivo y pide ayuda. Si a esto se añade que empiezan a suceder a su alrededor fenómenos extraños (bajadas bruscas de temperatura, escrituras sin explicación, muebles y enseres movidos…), Tina quiere asegurarse de que su hijo está muerto, y necesita ver su cuerpo, cosa que no le recomendaron en su día.
Pero cuando, con la ayuda de su reciente pareja, que es abogado, trata de conseguir la exhumación del cadáver, empiezan a suceder cosas inquietantes, tales como el intento de asesinato de ambos. Huyen y solo pueden huir hacia adelante, guiados por una serie de indicios y premoniciones que solo pueden partir del niño presuntamente muerto…
Y sí, hay un virus, y sí, es un virus letal, pero Wuhan no aparece por ningún lado… De hecho el virus es ruso (estamos en plena guerra fría). Por tanto, que los bulos de Internet, me han engañado, pero que a cambio he leído una buena novela de Dean Koontz, autor que siempre me ha gustado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario