Joël Dicker enlaza con la
historia de Harry Quebert dos años después. Marcus Goldman, el escritor que
desveló el misterio de Nola Roberts se ve de repente investigando un viejo
asunto de hace once años: el asesinato de Alaska Sanders, una preciosa joven de
veintidós años que murió en un pequeño pueblo. Su novio confesó el crimen, y
acusó a uno de sus amigos, que actualmente cumple cadena perpetua. Pero el joven
nunca ha dejado de proclamar su inocencia, y Marcus tendrá indicios de que efectivamente,
algo falló.
De nuevo, una serie de
personajes estupendamente retratados y una trama llena de giros y sorpresas.
Estupenda novela, aunque he echado de menos recordar exactamente el caso de
Harry Quebert, quizá debí releerlo…
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