Jess es una mujer de
cuarenta años que vive en Londres, lejos de su única familia que son su madre
Polly, con la que apenas tiene relación, y su abuela Nora. Su vida en Londres
no es lo que había soñado, pues arrastra una ruptura sentimental traumática y
una hipoteca a la que apenas puede hacer frente. Cuando recibe una llamada
informándola de una caída de su abuela, que se encuentra en el hospital, no lo
duda y vuela de inmediato a Sydney. Allí se encontrará con la noticia de que a
Nora le queda poco tiempo de vida, a la vez que dará con la huella de un
misterio familiar que su abuela le ocultó desde pequeña, pero que ahora puede
desvelar.
La novela salta desde la época
actual hasta momentos anteriores, centrándose sobre todo en los hechos que
sucedieron en las Navidades de 1959, cuando la desgracia se cernió sobre la
familia Turner. Un veneno o una intoxicación acabó con la vida de una joven
madre y sus tres hijos, junto con la desaparición de una bebé de apenas seis
semanas. Nunca se supo qué ocurrió, y este misterio, del que Nora sabe más de
lo que parece, permaneció como secreto de familia.
Una novela perfectamente
hilada, como todas las de Kate Morton, y que engancha desde la primera página.
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