miércoles, 5 de julio de 2023

Púa

 



Lorenzo Silva cambia de asunto pero no de estilo. En esta ocasión, la novela se desarrolla en dos momentos muy definidos, alejados en el tiempo en aproximadamente veinte años. Por un lado, la inmersión de un joven dolido y desarraigado en el entramado de la lucha contra la violencia terrorista, pero la lucha ilegal, la que tortura y mata exactamente igual que sus víctimas, protegidos por la Compañía, escisión de las fuerzas de seguridad del Estado que operan por su cuenta, dirigidos por no se sabe bien quién.

Púa es el apodo que, dentro de la organización, tiene el protagonista. Su compañero de fatigas es Mazo, quien será el responsable de que, veinte años después y desactivado por completo, Púa vuelva a resurgir para proteger precisamente a la hija de Mazo, quien tiene malas compañías y ha empezado a prostituirse.

Saltando capítulo a capítulo al pasado o a la época actual, Silva hace un retrato magistral del carácter de un hombre roto, un hombre que pudo haber sido una persona normal si las circunstancias hubiesen sido otras. A la vez que mantiene la intriga con los sucesos que se van desarrollando a toda máquina en la época actual.

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