Hace ya unos meses que me
recomendaron a Camilla Läckberg como una de las escritoras de novela negra nórdica
del momento. Como tenía muchas otras cosas en mente, lo he ido dejando hasta
que el otro día, tras una nueva recomendación, decidí que ya era hora. Y ¿qué
me encontré? Una historia muy bien contada. Con unos protagonistas simpáticos y
entrañables, Patrick (policía de Fjällbacka, pueblo situado en la osta oeste de Suecia) y Erica,
escritora de poco éxito que acaba de perder a sus padres en una accidente de
coche.
La novela comienza cuando Erica encuentra el cadáver de una
antigua amiga en una bañera congelada en su casa (de ahí el título). Patrick se
hace cargo de la investigación, y mientras vamos conociendo a todos los
personajes que trabajan en comisaría, también descubrimos la vida personal y
familiar de Erica, que ha quedado hecha trizas, pues cuenta con una única
hermana que tiene graves problemas matrimoniales.
La resolución del caso parece complicada, y habrá que ir
muchos atrás para descubrir el por qué de las cosas. Mientras tanto, surge el
amor entre los protagonistas.
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