En esta tercera entrega de Camilla
Läckberg, Erica y Patrik han sido padres, y su pequeña Maja llora, llora y
llora. No llevan muy bien la vida doméstica, y sobre todo Erica sufre mucho por
no poder descansar y sentirse gorda e incapaz. Ha hecho amistad con una joven
que tiene un bebé y una niña de siete años, niña que aparece de repente ahogada
en el mar.
Cuando Patrik comience a
investigar, descubren que la niña murió asesinada. Las relaciones familiares
entre Charlotte y Niclas, padres de Sara, la niña muerta, la madre y padrastro
de Charlotte, los padres de Niclas, los vecinos con los que mantienen desde
siempre unas querellas continuas… Todas estas relaciones son las que
finalmente, y buscando muy atrás en el pasado, darán con la clave de lo que ha
ocurrido.
Mientras tanto, Anna, la hermana
de Erica, ha vuelto con su exmarido maltratador, y ni siquiera conoce a su
sobrina Maja. Esta es una historia paralela que sin embargo interesa aunque no
al crimen en cuestión. Pero, a estas alturas, ya nos consideramos un poco la
hermana mayor de Anna, ¿verdad?
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