Leí esta novela hace ya varios
años, y lo he releído ahora con ocasión de haber comenzado la serie de la
inspectora Petra Delicado. La historia es buena, yo diría buenísima. Comienza
con la recepción por parte de la inspectora, de un paquetito en comisaría en el
que, por inverosímil que parezca, hay un pene de hombre cortado. No hay hombre,
ni vivo ni muerto, al que parezca pertenecer dicho pene.
A partir de ahí, la investigación
comienza pero no parece avanzar. Hasta que un segundo pene es enviado a la
inspectora. Y hasta que aparece, finalmente, un cadáver amputado. Y cada pene
tiene una pista…
La investigación de la inspectora,
siempre ayudada por el subinspector Fermín Garzón, les llevará por una serie de
lugares relacionados con sectas y finalmente acabarán en Moscú. El caso se
acelera y acaba de manera muy creíble, aunque cueste pensar que en pleno siglo
XXI podamos encontrar circunstancias parecidas...
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