En Valladolid, en teoría, nunca
pasa nada. Es una ciudad austera, castellana, tranquila, fría en invierno. Pero, de
repente, una joven es asesinada y mutilada. Unos días después, una señora mayor
es igualmente asesinada y mutilada. ¿Qué está pasando en Valladolid? ¿Hay un
asesino en serie que va dejando poemas como firma de su crimen?
Caminando por las calles de la
ciudad, un joven psicópata (o quizá sociópata) escucha música acorde con su
cambiante estado de ánimo. Es un joven inteligente, culto y aparentemente
integrado en la sociedad, con un trabajo que le permite mantener un buen nivel
de vida. Conoce en profundidad a los clásicos de la literatura. Sus monstruos
están en sus pesadillas, cuando recuerda su niñez maltratada, y trata de
controlar lo que ocurre a su alrededor erigiéndose en el que manda sobre la
vida y la muerte.
La vida personal del inspector
Sancho es bastante solitaria. Cuando le asignan este caso, aparentemente tan
complicado por falta de pruebas, conoce a Martina (doctora especializada en
psicolingüística), quien conseguirá entrar brevemente en su vida, aunque la
tragedia anda cerca. También contará con la ayuda de Carapocha, un psicólogo
especializado en asesinos en serie que se convertirá en su mano derecha durante
un tiempo.
La novela va alternando la visión
de policía y delincuente, y nos permite entrar en la retorcida mente de este último,
y estremecernos con lo que, inevitablemente, va a pasar.
Una novela negra muy lograda,
donde faltan algunos flecos aún por colocar. Pero claro, estamos hablando de
una trilogía…