La tercera y última entrega de la saga
de Versos, canciones y trocitos de carne comienza con Ramiro Sancho
saliendo de la cárcel, donde ha pasado un tiempo injustamente acusado de los
asesinatos cometidos por el villano del cuento, Augusto Ledesma.
Augusto acaba de terminar con la
vida de seis personas en Islandia. A continuación, comienza a dejar un reguero
de cadáveres por toda Europa. La Interpol toma cartas en el asunto y un grupo
de investigadores saldrá a la caza del sociópata vallisoletano. El inspector Sancho,
la inspectora de Trieste Gracia Galo, el policía islandés Olaffson, Erika
Lopategui (hija del cazador de asesinos en serie Carapocha) y coordinando
a todos ellos, Michaelson.
Todo de repente se paraliza y
Augusto deja de actuar. Pero Ramiro Sancho tiene ya algo personal, pues acabó
con la vida de su madre mientras estaba en prisión. Y está convencido de que
tarde o temprano, aparecerá. Y, ¿qué mejor sitio para reaparecer que su propia
ciudad?
El desenlace nos mantiene en
ascuas hasta el final, pues no es sólo la detención del homicida. ¿Habrá manera
de incriminarlo? Las últimas páginas son trepidantes y la sensación al acabar
el libro es de alivio y descanso...
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