Últimamente he leído dos libros de
Almudena Grandes, y cuando publicó, hace poco más de un mes, su nueva novela,
decidí leerla.
La autora es capaz de caracterizar
de una manera maravillosa a sus personajes. Lo sé, porque lo he comprobado en
anteriores novelas. Pero en esta peca un poco de superficialidad. No es la
historia de un niño, de una mujer, de un hombre o una familia. Es la historia
de un barrio entero a lo largo de un año, un año muy complicado, en medio de la
actual crisis. No he contado el número de personajes que aparecen, pero quizá
más de cien. Y en algo más de doscientas páginas, es imposible entrar de lleno
en ninguno de ellos. Cosa que, estoy segura, la autora no pretendía. Aunque yo
lo habría deseado.
La historia es la historia de la
normalidad. Varias familias normales, con trabajos normales (médicos,
aparejadores, maestras, peluqueras, camareros…), hijos normales y abuelos
normales. También gente sin familia, normales. Españoles e inmigrantes,
normales. No hay ningún personaje al que yo haya cogido un especial cariño ni
ninguno al que recordaré para siempre.
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