Esta es la novela que últimamente me recomiendan por todas partes.
Es una historia diferente, una historia en la cuál no he llegado a sentir
simpatía por casi ninguno de los protagonistas, todos atrapados en el conflicto
armado del País Vasco.
Desde el principio sabemos que el Txato ha muerto asesinado por
ETA. El Txato es un empresario guipuzcoano hecho a sí mismo, propietario de una
empresa de transporte, que vive en su pueblo natal con su mujer, Bittori, también
originaria del mismo pueblo. La novela va dando saltos del ayer al hoy, al
mañana y al antes de ayer. Y así vamos viendo cómo toda una generación de jóvenes
vascos fue engullida por la lucha armada, por el sinsentido de una guerra que sólo
ellos veían como una guerra.
Es la historia de la amistad y la enemistad entre dos familias. La
del Txato, Bittori y sus hijos Nerea y Xabier; la de Joxian, Miren y sus hijos
Joxe Mari, Arantxa y Gorka. Enfrentadas a muerte por un conflicto, el vasco,
que rompe amistades y, tras acabar con la vida del Txato, acaba con Joxe Mari
entre rejas por delitos de sangre.
Es también la historia de las víctimas del conflicto, de las víctimas
silenciadas, de las víctimas incómodas. De las víctimas que tienen que
desaparecer de su propio pueblo tras haber perdido un padre, un marido. De las
víctimas que exigen que se les pida perdón. Y es la historia de una generación
de jóvenes que se convirtieron en asesinos según iban creciendo, creyendo que
era la manera de amar a su patria.
Una historia que es absolutamente indispensable leer.