Está claro que en la saga de Canción
de hielo y fuego no hay intocables. Esta tercera entrega comienza con
demasiados reyes, pero van cayendo poco a poco. Por un lado Renly Baratheon,
atractivo aspirante al título, morirá en extrañas circunstancias siendo testigo
de ello Catelyn Stark y Brienne de Tarth, quien asumirá un papel muy destacado
a lo largo del libro. Por otro lado nuestro Rey en el Norte, Robb Stark,
capturará a Jaime Lannister, el Matarreyes, pero su madre le dará la libertad a
cambio de la promesa de traerle a sus hijas sanas y salvas. El Matarreyes
perderá en el camino la mano de la espada, y aprenderemos a apreciarle al
conocerle un poco mejor.
Brandon y Rikkon parecen haber sido asesinados por Theon Greyjoy,
pero todo será una farsa tramada por este último para no reconocer su fracaso. Bran
y Rikkon se separarán, y Brandon se dirige al Norte, más allá del Muro, guiado
por sus sueños. En el Muro hay muchos problemas, los Otros han vuelto, y son
espectros imposibles de matar salvo con fuego o vidriagón, y los salvajes se
aprovechan de la debilidad de los defensores para atacar la última defensa de
los Siete Reinos. Sólo el valor y el saber hacer de Jon Nieve seráncapaces de
frenarlos.
El Rey en el Norte, Robb Stark, será incapaz de ver la traición en
su vasallo Frey, y morirá en una espectacular boda roja. También Morirá
Catelyn, su madre, su lobo, así como las esperanzas del Norte. Sansa Stark ha
sido casada contra su voluntad con Tyrion, quien también manifiesta rasgos de
bondad, y Arya Stark vaga por esos mundos intentando encontrar a alguien de su
cada vez más escasa familia… Y al otro lado del Mar Angosto, Daenerys Targaryen
se hace fuerte a la vez que sus dragones van creciendo y ella conquista
territorios.
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