Estupenda y brevísima obra de teatro que leí hace probablemente treinta
años, y que hoy he vuelto a leer tras ponérsela a uno de mis hijos como lectura
obligatoria en el instituto. La historia de esta escalera de vecinos es la
historia de las ilusiones y las desilusiones, los romances y las pérdidas, las
grandes expectativas y los grandes batacazos.
La historia se desarrolla en tres actos. En el primero, Carmina y
Fernando son dos jóvenes atractivos. Están enamorados, y Fernando convence a
Carmina con su labia de que ascenderá en la vida y conseguirá un futuro mejor
para ambos. Pero Fernando ya se ve que es un vago, y Elvira, joven pudiente que
también vive en la escalera, anda tras él. Por otro lado, está Urbano, joven
sindicalista y también secretamente enamorado de Carmina.
En el segundo acto, diez años después, Elvira y Fernando están
casados, tienen un bebé y no se llevan bien. Tras fallecer el padre de Carmina,
Urbano le pide en matrimonio, cosa que ella acepta aunque está claro que sigue
secretamente enamorada de Fernando, quien la dejó por Elvira por un tema
meramente económico.
En el tercer y último acto, veinte años más tarde, Fernando hijo y
Carmina hija, descendientes de los protagonistas del primer acto, están
enamorados. Sus padres les prohíben verse, pues las relaciones entre ambos
matrimonios son tensas. El telón baja con ellos haciéndose exactamente las
mismas promesas que sus padres treinta años antes.
Una pequeña maravilla en tres actos.