Debe ser horrible que un hijo
desaparezca, eso es indudable. Pero, ¿no sería incluso más horrible que
desapareciera el hijo de nuestra amiga mientras está a nuestro cuidado?
Esto es lo que le ocurre a la
protagonista de la novela, una madre trabajadora, desbordada por sus tareas
tanto en casa como fuera de ella. Llega a lo que puede, y a veces no cumple con
lo que ella espera de sí misma, acusándose de no ser la mejor madre. Pero, a
pesar de todo, cuida y quiere a su familia, compuesta por sus tres hijos, su
marido y un número indeterminado de animales que viven en su casa.
Pero un día, queda a su cuidado la
amiga de trece años de su hija, y en el intervalo de tiempo en el que ella es
la responsable, la niña desaparece. Su sentimiento de culpabilidad crece y
crece, unido al sentimiento de inferioridad anterior que sentía con respecto a
su amiga.
El miedo que tienen todos es que
la niña haya caído en las manos de un pederasta que actuó hace un par de
semanas en la zona. La investigación sigue adelante, enlazando unos hechos con
otros y dando lugar a un excelente thriller psicológico narrado desde tres
puntos de vista: la joven madre, la investigadora y el pederasta.
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