Esta es una historia muy
optimista. A priori, podría parecer lo contrario, pero en seguida nos
convencemos de que estamos ante un relato de superación y un canto a la vida, y
a la vida libre.
Ana es una joven que queda viuda
con tres hijos de cuatro, cinco y seis años. Ante el trauma que supone la pérdida
de su esposo, junto con las dificultades que atraviesan sus hijos en el colegio
(unos niños muy listos y muy desmotivados), toma la decisión de abandonar
España e irse a una zona en la costa de Inglaterra, donde su marido tenía una
pequeña propiedad heredada. Allí, pone en marcha una casa de huéspedes (un bed &
breakfast) y se dedica a criar a sus hijos en libertad.
Las conversaciones que mantiene
con sus hijos, verdaderamente talentosos, son el fondo del libro. Como
acompañamiento, tenemos a varios personajes tales como Jim, un vagabundo con el
que entablan una gran amistad y que será el responsable a su muerte de que
vuelvan a casa, un pretendiente de Ana y el mejor amigo de su esposo, un ser
libre que acabará enamorándose perdidamente de ella y de sus hijos. Y como eje
vertebrador, la casa en el árbol que quiere construir para sus hijos, una casa
que acaba convirtiéndose en símbolo de algo más que de un simple
entretenimiento para ellos.
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