La tercera y última entrega (por
ahora, ignoro si Ken Follett seguirá con la saga) de Los pilares de la tierra, da un salto de doscientos años más,
adentrándose ya en el siglo XVI. En esta ocasión, los protagonistas
principales, la pareja alrededor de la que giran casi todos los personajes de
la trama, son dos jóvenes residentes de Kingsbridge, Margery y Ned,
descendientes de los héroes de las novelas anteriores. Su amor será imposible. Toda
la trama gira en torno a las guerras de religión de este siglo, y Margery es
católica, mientras que Ned es protestante.
Tienen un papel importantísimo en
la novela personajes históricos de la talla de María Estuardo o Isabel I de
Inglaterra, personajes que aparecen en su vida cotidiana.
La novela no se ciñe en esta ocasión
a Kingsbridge, sino que discurre por toda Inglaterra, Escocia, Francia, los Países
Bajos, España e incluso cruza el Océano Atlántico hasta llegar a América. Esta
sucesión de escenarios y personajes puede dar lugar a perderse en alguna ocasión,
y he de decir que, en general, esta última parte de la historia no me ha
llenado ni me ha llegado como las dos anteriores. Supongo que es muy difícil
crear personajes tan entrañables, pues aunque Margery es una heroína ejemplar,
no llega a la altura de Aliena o de Caris. Y aunque Ned sea también un gran
hombre, nunca será Jack ni Merthin.
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