Vuelve Benito Olmo a tenerme pegada a un libro hasta que consigo
terminarlo. Y vuelve el antipático y metomentodo Manuel Bianquetti a sumergirse
en una historia que, sin comerlo ni beberlo, está a punto de acabar con su vida
y con alguna más.
Bianquetti está suspendido de empleo y sueldo tras la aventura que
transcurre en la novela anterior, La
maniobra de la tortuga. Pero se ha quedado en Cádiz y está malviviendo como
puede, trabajando como investigador privado sin apenas encargos. El único que
tiene entre manos es el de encontrar a una joven prostituta llamada Regina, por
encargo de no sabemos muy bien quién.
Cuando le surge la posibilidad de formar parte de la seguridad de
un empresario que va a permanecer unos días en Cádiz, decide probar, siendo un
trabajo bien pagado. Pero todo se complica cuando atentan contra el hombre al
que tiene que proteger, durante un partido Cádiz-Real Madrid.
La cosa podría haberse quedado ahí, pero Bianquetti no se conforma
con lo que parece, ya lo conocemos, y cuantas más veces le indican que se
aparte, más veces que corre a meterse en la boca del lobo…
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