Kate Morton suele enredarnos en historias que
llevan a lo largo del tiempo buscando la resolución de un misterio. En esta
ocasión, una joven de la época actual, que trabaja en los archivos de un
filántropo llamado James Stratton, encuentra un bolso con un retrato y un
cuaderno de bocetos que le encandilarán. Se convertirán para ella en una
obsesión, pues siente que forman parte de su pasado.
Por otra parte, está la historia del pintor
Radcliffe, que formó parte de la Hermandad Magenta y que en el año 1862 vivió
un verano inolvidablemente trágico en una casa de campo cuya historia impregna
la novela entera.
Y, por supuesto, el hilo conductor es un
espíritu que se encuentra en la casa y que ha permanecido allí durante muchos
años, que sabemos que es una joven llamada Birdie pero cuyo verdadero nombre no
figura en ninguna de las crónicas de esos días.
Una serie de personajes entrarán y saldrán de
la novela, que no es lo mejor de Kate Morton pero está bien escrita y engancha.
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