La última entrega de la
serie de Bevilacqua nos lleva a dos escenarios diferentes. Por un lado, Sarria,
un pueblo de Lugo en medio del Camino de Santiago, donde ha aparecido el
cadáver de la joven Queralt, quien recorría dicha ruta desde Roncesvalles. Por
otro lado, Barcelona, ciudad de origen de la joven, con el conflicto independentista
subyacente, pues el padre de la joven es un miembro destacado de los movimientos
que abogan por una república catalana independiente, mientras que Queralt se
había instalado en las antípodas de su padre.
Pero también es el relato
de los orígenes de Bevilacqua, pues en los recuerdos que le trae la vuelta a la
ciudad donde pasó varios años de su vida en la Guardia Civil, incluidos su
matrimonio y el nacimiento de su hijo, vamos entendiendo más y mejor a nuestro
guardia civil favorito, quien se acerca ya a la etapa de la jubilación y hace
balance de su vida y de cómo podría haber sido, aunque siempre con la placidez
y la estoicidad que lo caracterizan. Lo echaré de menos cuando se retire.
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