Una noche, Michael vuelve
a su casa tras pasar un rato en el cine y se encuentra un cadáver en la bañera.
Asustado, hace lo que debe: llamar a la policía, siempre después de informar a
su hermana Megan, con la que mantiene el contacto a pesar de no hacerlo desde
hace años con sus padres adoptivos.
La policía encuentra serios
indicios de que Michael es el responsable del crimen, a pesar de que él insiste
en no conocer a la joven muerta en su casa. Michael es detenido, pero recibe la
sorprendente ayuda de un abogado que lo saca de comisaría sin contemplaciones,
aunque tenga que delinquir para conseguirlo. Empieza entonces una persecución
por una gran parte de Estados Unidos, donde Michael será ayudado por su hermana
y donde. como trasfondo, se encontrarán los abusos que sufrió en su niñez. Sin
faltar, por supuesto, la etapa perturbadora en la que fue adoptado por dos
psiquiatras de renombre que no hicieron nada por solucionar sus problemas
psicológicos, sino más bien por agravarlos.
Trepidante como todo lo
que he leído de este autor, aunque en esta ocasión colabora con otro conocido
escritor de best-sellers que sí era desconocido para mí.
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