Laurie Montgomery se
incorpora a trabajar cuando su hijo JJ cumple año y medio, ya recuperado de los
problemas de salud que tuvo cuando nació. Es su primer día de trabajo y su
primer caso, y desafortunadamente se encuentra con un caso aparentemente de
muerte natural, pero sin ninguna patología que parezca explicar la muerte en un
individuo sano, además de no identificado. La doctora Montgomery no se
conforma, y sigue investigando, buscando las cámaras de seguridad de la
estación de metro donde cayó fulminado. Allí comprueba que lo que parecía una
muerte natural puede ser un ataque de dos individuos que le perseguían.
A la vez, intuimos una
conexión entre las mafias neoyorquinas y japonesas, relacionadas con la industria
sanitaria. La muerte de este hombre es el eslabón que une y puede hacer pensar
a la policía en dichas conexiones, y todo el afán de las mafias es que este
asesinato quede en el olvido. Pero la persistencia de la doctora pone en
peligro la impunidad que ellos requieren, y utilizarán todos los medios a su
alcance para evitarlo, llegando incluso al secuestro del pequeño hijo de la
doctora y de Jack Stapleton.
Vuelta a las buenas tramas
de Robin Cook.
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