Desconocía esta novela de
Dolores Redondo, anterior a su maravillosa trilogía del Baztán. Hay cabos
sueltos que no quedan totalmente claros, pero en realidad una nimiedad en
comparación con la magnitud de la historia.
En el primer capítulo, en
la primera página, una joven se levanta de una cama de hostal que comparte con
un casi desconocido, va al cuarto de baño, se mira al espejo, rompe un vaso y
se corta las venas. Con esta primera escena ya nos podemos hacer una idea de
que el libro va a enganchar, y engancha.
Después nos trasladamos a la
infancia de Celeste, infancia que se torció de una manera definitiva cuando su
amiga Pacucha, teniendo apenas cuatro años, falleció de leucemia. Toda la niñez
que Celeste recuerda aparece ante nuestros ojos. Niñez feliz durante el tiempo de
su amistad, niñez trágica y solitaria, adolescencia autodestructiva, juventud
aún peor… hasta desembocar en un cuarto de baño de hotel.
Maravillosa descripción de
una degradación que tiene raíces muy hondas en la tragedia que Celeste vivió.