La sexta entrega de
Bevilacqua y Chamorro indaga en la muerte por encargo de un tipo normal. Un
hombre recién divorciado, en plena lucha por la custodia de su hijo, pero que
sorprendentemente, resulta ser portador de un par de antecedentes policiales. Uno
por violencia de género, y otro por consumo o tráfico de drogas (no queda claro
cuál de los dos es el verdadero).
Cuando los dos
agentes de la guardia civil, junto con su novato compañero Arnau, comienzan a
investigar la vida del difunto, comprenden que hay algo que no encaja. La
violencia de género tiene todo el aspecto de trama bien urdida por la ex esposa
para obtener unas buenas condiciones de divorcio y la custodia plena del niño.
El tráfico de drogas, un montaje y un soplo aprovechándose de un momento de
debilidad, para manchar el nombre de un hombre cuya vida, por lo demás, es
corriente y normal.
Circulan por la
novela la hermana, la novia y la ex mujer del hombre fallecido. Los agentes
tendrán que hilar fino para separar el grano de la paja y llegar a comprender
al difunto para, así, comprender el crimen.