Lorenzo Silva inició
hace ya muchos años una saga de novela negra protagonizada por Bevilacqua y
Chamorro. Leí uno de ellos, El alquimista
impaciente, y no volví a pensar en esta extraña pareja de la Guardia Civil
que se dedica a resolver homicidios por todo el territorio español.
Pero Silva ha seguido
escribiendo, dándole vida a estos dos personajes, y ha caído en mis manos el último
de la saga y Premio Planeta 2012, La
marca del meridiano. La historia comienza con el asesinato de Robles, un
guardia civil retirado, colgado de un puente en una carretera recóndita en La
Rioja. Allí se desplazan nuestros protagonistas, dispuestos a reconstruir la
vida de Robles en su último día, sus actividades, que cada vez se van
descubriendo como menos ejemplares, y las circunstancias de su muerte.
El asunto tendrá
ramificaciones sorprendentes, y a la vez que la trama se divide y lleva a estos
guardias civiles por Cataluña y Cantabria, todo tiene su relación con la vida
personal de Bevilacqua.
Me han quedado ganas
de leer más de esta pareja, más aún después de saber que Silva ha sido nombrado
recientemente Guardia Civil Honorífico por sus novelas protagonizadas por
ellos.
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