La quinta entrega (y
hasta el momento, última) de Canción de
hielo y fuego retoma la trama en casi el mismo punto que la cuarta novela
de la serie, pero centrándose en otros personajes. El Muro sigue en peligro, y
Jon Nieve tratará con el rey Stannis, con Melisandre la hechicera, con
gigantes, salvajes e incluso discutirá con sus propios compañeros de armas.
Hediondo es el
esclavo-perro de Ramsay Bolton. No podemos evitar sentir una enorme lástima por
el deshecho humano en que se ha convertido Theon Greyjoy, pupilo de Ned Stark y
casi un hermano para Robb y Jon hace muchos años.
Tyrion está en las
ciudades libres tras sufrir muchos avatares, y está presente el día en que
Danaerys, reina de Meereen con muchos y diversos problemas, sube a lomos de su
dragón y desaparece.
La historia de Bran
Stark es confusa y mágica, plagada de cambiapieles, verdevidentes, visiones y
dioses antiguos. Sigue vivo y en compañía de quienes le ayudaron a escapar de
Invernalia, al norte del Muro y con seres un tanto extraños. De Rikkon sólo
tenemos noticia de que escapó con una mujer salvaje y está escondido. ¿Dónde?
Supongo que aparecerá en la sexta o séptima entrega.
Aegon Targaryen,
hijo legítimo del hijo legítimo del rey Aerys Targaryen, desembarca en las
tierras de Poniente con la intención de reclamar para sí el Trono de Hierro.
Pero aún nadie sabe que él es quien es, y no se ha convertido aún en un
problema serio para el gobierno de Tommen. Gobierno en el que ya no toma parte
su madre Cersei, tras su vergüenza por las calles de Desembarco del Rey.
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