En el segundo
volumen de la trilogía El jinete de
bronce, Tatiana consigue salvar a Alexander de un campo de concentración
soviético. Tras llegar a Estados Unidos, la vida cotidiana comenzará.
Esta tercera entrega
de la trilogía dará comienzo con los primeros años de adaptación de Alexander a
una vida normal, lejos del ejército y de la guerra. Es difícil, pero tras dar
vueltas por el país, finalmente se asentarán en Arizona, la tierra con la que
Tatiana soñó porque “nunca nieva”, tras sufrir el horrible invierno de
Leningrado sitiado durante la II Guerra Mundial.
Allí Alexander
comienza a trabajar en la construcción, como contratista de obras, mientras que
Tatiana, muy a su pesar, encuentra un puesto como enfermera en el hospital de Phoenix.
Anthony crece y, a pesar de las intenciones de crear una familia numerosa, los
hijos no llegan. Esto traerá una crisis matrimonial que a punto está de acabar
con la pareja, pero finalmente la situación se normaliza y llegan tres hijos más.
La autora da saltos
en el tiempo y tras muchas vicisitudes, la historia acaba como empezó: con una Tatiana tomándose
un helado sentada en un banco, mientras Alexander la contempla amorosamente. Más
de medio siglo después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario