Las tramas de
Frederick Forsyth son siempre complicadas, con un montón de personajes
principales y secundarios, e historias que se entremezclan unas con otras. Han
ido cambiando con el tiempo, y en esta última entrega los protagonistas son el Rastreador, antiguo marine y que
actualmente se dedica a rastrear objetivos y eliminarlos por orden del gobierno
de Estados Unidos y el Predicador, la
presa en cuestión, un activista musulmán que aboga por la matanza de eminentes
ciudadanos occidentales y luego el suicidio de sus seguidores. Pero también
juega un papel importante un barco sueco capturado por piratas somalíes, los
negociadores que intervendrán en la petición del rescate y uno de los miembros
de a bordo.
En resumen, lectura
entretenida con problemas verdaderamente actuales. Me he quedado con las ganas
de más Forsyth, buscaré algo para continuar.
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