Hacía tiempo que no
leía a Pérez Reverte. Y he recordado por qué me gustaba. Esta novela, que salta
de los felices años 20 a
la década de los 60, pasando de puntillas por un breve episodio en 1937, hila
de tal manera el argumento que no podemos más que sentir una gran simpatía por
los dos personajes principales.
Por un lado, Max, un
niño argentino que se instaló en España y quiso ser un caballero, tener dinero,
vestir bien y tener bellas mujeres. Por otro lado, Mercedes o Mecha, joven
española de la alta sociedad, casada con un brillante compositor.
Esos dos personajes
se encontrarán a bordo de un barco que se dirige a Buenos Aires, barco donde
Max es un empleado cuya tarea es entretener, bailando, a las nobles damas que
viajan en él. Ya en el primer tango que bailan Max y Mecha se intuye que hay
una historia latente, incluso estando por medio el marido de Mecha, quien también
simpatiza con Max. Tras el desembarco, la relación continúa y desemboca en algo
que Max, que en el fondo es un buen chico, no tenía previsto ni sabe cómo
manejar, y acabará huyendo.
Un encuentro
fortuito unos años después en Niza, una triste despedida, y un nuevo encuentro
ya pasados los sesenta años. Pero ahí siguen los sentimientos, y Max no podrá
evitar volver a las andadas, sobre todo cuando Mecha le haga una revelación
sorprendente, y una petición no menos sorprendente…