Hay veces que una novela no te llega, que te aburre y que dices: a
ver si acaba de una vez. Eso me ha ocurrido con esta, finalista del Premio
Planeta 1997. No la dejé pues cuando la empecé (en medio de un examen con mis
alumnos) no tenía otra cosa que hacer, llegué casi a la mitad y ya decidí
terminar el trabajo.
Fidela es una mujer normal, aburrida de la vida y aburrida de sí
misma. Tiene un hijo adolescente con el que tiene los problemas habituales de
un hijo adolescente, una hermana recién separada, una amiga de toda la vida, un
marido con el que no se entiende hace muchos años y un amante. Con todos esos
ingredientes podría haber salido un buen relato, no lo dudo, pero la autora
sólo consiguió aburrirme… Excesivamente intimista, ninguna simpatía ha
despertado en mí ni la protagonista ni el resto de los personajes. Una novela
que ha pasado por mi vida lectora sin pena ni gloria. Y que me hace pensar en
los jurados de los premios, si tienen el mismo gusto que yo.
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