Una vez más, Almudena Grandes nos
introduce de lleno en la guerra y posguerra española, con una nueva entrega de
los Episodios de una guerra interminable.
El doctor García es un joven médico
que ejerce en la zona republicana, en concreto en Madrid. De ideas
progresistas, se dedica durante toda la guerra a salvar vidas republicanas,
resucitando a muchos heridos con transfusiones de sangre, una novedad. También
se ocupa de una vecina falangista, Amparo, que ha quedado atrapada en el
Madrid republicano, escondiéndola en su
casa. Inevitablemente acabarán entablando una relación entre sentimental y
sexual y teniendo un hijo.
Pero Madrid cae, y con su caída
desaparecen Amparo y su hijo, quien buscará en sus amigos de siempre la
protección que su joven amante ya no puede darle. Nuestro doctor se ve obligado
a “desaparecer” y con la ayuda de un buen amigo al que salvó la vida cambia de
identidad y construye una nueva vida al margen de la medicina. Pronto, sin
embargo, volverá a ejercer clandestinamente para pobres desgraciados,
perdedores de la guerra, para quienes se convierte en una última posibilidad.
Tras el final de la Segunda Guerra
Mundial, su buen amigo reaparece en el Madrid franquista con el fin de atrapar
a los nazis que, arropados por un miembro importante de la Sección Femenina,
encuentran en España su refugio o su descanso de camino a tierras argentinas. Se
aliarán para atraparlos y desbaratar su organización, encontrando muchos
peligros por el camino, así como infinidad de personajes entrañables.
Ahora bien, la novela deja finalmente
un sabor agridulce. Nuestros protagonistas han hecho todo lo que han podido,
formando hermosas familias por el camino, y han encontrado su lugar en el mundo.
Pero, las cosas, ¿podrían haber salido mejor? ¿Alguien más debería haber pagado
por sus crímenes? ¿Se hizo todo lo que se pudo hacer? Esta es la pregunta que
nos queda tras finalizar la cuarta entrega de los Episodios, y la verdad que a mí me ha dejado con ganas de más.
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