Después de la horrible caza y captura del Muñeco de Nieve, Harry
Hole ha quedado muy tocado. Hasta tal punto que se ha ido a Hong Kong, donde
malvive sin ningún objetivo aparente.
Pero en Noruega parece haber otro asesino en serie, y su jefe envía
a una joven policía, Kaja, a buscarle. Con algún que otro ardid (incluyendo a
su padre moribundo) consigue llevarlo a Oslo y una vez allí, incluirlo en el
juego de poder que un par de organizaciones gubernamentales desarrollan con el
fin de llevarse las medallas de los casos de asesinato.
Las muertes han sido brutales, pero sobre todo, no hay rastro del arma
homicida, aunque sí de las heridas infligidas: unas horribles perforaciones
(veinticuatro, en concreto) alrededor de la boca, que acaban afectando al cerebro.
Harry Hole empieza a sospechar que puede estar implicado alguien de quien oyó
hablar, pero esta persona reside en la ciudad de Goma, en el Congo, y aquella
zona no es ciertamente segura… Harry Hole no se rendirá, ni siquiera cuando los
propios jefes tratan de apartarle del caso, y no cejará hasta dar con el responsable.
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