Hay libros que te gustan, libros que no, y
libros que impactan en tu vida y quedan en tu memoria durante mucho tiempo. Esto
me ha ocurrido y sé que me va a ocurrir con esta maravilla de Víctor del Árbol.
Maravilla por su fuerza, por su importancia real, no porque sea un libro fácil ni
agradable de leer.
La historia se cuenta en dos momentos
diferentes, teniendo siempre como protagonista a Isaías. Por un lado, su
infancia en una aldea de Uganda, con sus padres, abuela y hermanos, vecinos,
maestro… una infancia feliz, que tuvo lugar antes de los años terribles; una
infancia truncada cuando, tras ser atacada su aldea, se convirtió en un niño soldado.
Por otra parte, Isaías es adulto, vive en
Barcelona, está a punto de ser padre con una mujer española, y la vida le
sonríe. Pero Isaías nunca ha asumido con normalidad todo lo que le ocurrió durante
esos años terribles, y cuando le piden ayuda para un Congreso de Reconciliación
que se va a celebrar en su país, acude sin saber en qué tipo de avispero se
está metiendo de nuevo…
Una infancia truncada y una visión desde
dentro de la desgracia de los niños soldado en África. Desgracia que nuestra
visión europea no puede ver con normalidad, tiñéndolo siempre con el velo de la
distancia (física y mental) pero que en esta novela nos invade y no nos dejará,
durante unos días, pensar en otra cosa.
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