Harry Hole vuelve a Oslo tras pasar unos años
en Hong Kong, después de la última novela donde estuvo a punto de morir y quedó
desfigurado. Vuelve porque le han comunicado que el hijo de Rakel, al que
siempre quiso casi como si fuera su padre, ha sido acusado de asesinato. Cuando
llega a Oslo comprueba que las pruebas son contundentes y que será muy difícil
sembrar una duda sobre la autoría del crimen.
Pero Harry no se rinde, y ante la desesperación
de Rakel comenzará a investigar, descubriendo que Oleg había conducido su vida
por un rumbo bastante siniestro, convirtiéndose en un drogadicto dependiente de
una nueva droga, el violín. Droga de síntesis made in Noruega, y por ahí será
donde Harry Hole comience a investigar, en los círculos relacionados con el
tráfico de drogas. Pero es obvio que hay conexiones con la política de alto
nivel, y también que alguien está interesado en que Oleg desaparezca y, si es
posible, que Harry también.
La novela dará inesperados giros cuando ya
parece totalmente solucionado el caso, y finalizará dejando un mal sabor de
boca que espero quitarme con la próxima entrega de Harry Hole.
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