Elena Blanco está obsesionada, desde la
finalización del caso anterior, con la Red Púrpura, red que se ocupa de comercializar
vídeos con torturas y muertes reales. Sabe que Lucas, su hijo, está atrapado en
esta red, y que es uno de los torturadores y asesinos que participan en ella. Por
eso sigue investigando en este caso.
La BAC, de la que Elena es jefa, empieza a
tirar de los hilos a través de un adolescente obsesionado con la violencia que ha
pagado por ver una tortura. Tras ser pillado in fraganti, comienza a hablar y a
partir de ahí Elena Blanco y sus compañeros tirarán de los hilos que les
llevarán a una macroorganización muy peligrosa, donde hay gente de dinero
implicada hasta niveles muy altos.
Elena no cumple las normas y se pone a sí
misma en peligro, todo por encontrar a su hijo, quien quizá ya no sea el hijo
que ella recuerda…
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