Segunda novela de Santiago
Díaz que devoro esta semana (y no será la última). En esta ocasión, la
inspectora Indira Ramos, eficiente policía con un trastorno obsesivo compulsivo
con el orden y la limpieza, se ve envuelta en un extraño caso: un señor mayor
secuestra a tres personas que, a su juicio, fueron los responsables de que su
hijo fuera encerrado por matar a su esposa, cosa que él asegura que no hizo.
Cada semana irá muriendo una de las tres, y solo dirá dónde se encuentran en
caso de que se reabra el caso y exoneren a su hijo. Eso es un buen padre y lo
demás son tonterías.
La novela hace un
recorrido por la vida previa de la pareja y de cada una de las tres personas
que se encuentran secuestradas, así como por la vida personal de la inspectora,
trazándonos un mapa mental de cada una de sus obsesiones. Engancha, tal y como
lo hizo la anterior. Ahora, tendré que seguir con la segunda parte, también
protagonizada por Indira Ramos.
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