Comencé esta novela sin
saber cuál era el argumento, original donde los haya.
He de decir que la señora
March me cayó mal casi desde el principio. La primera vez que la conocemos,
vemos a una mujer insegura, malpensada y susceptible. Insegura lo puedo
tolerar, pero malpensada y susceptible son dos características que me ponen
bastante nerviosa en las personas. Por un simple comentario de la encargada de
la pastelería, empieza a pensar mal de su marido y a darle vueltas a todo lo
que él dice o hace.
Según vamos avanzando en
el relato, la señora March se va convirtiendo en un peligro. Al principio no
sabemos si las cosas que ella ve (todo se cuenta desde su perspectiva) son
reales o no, pero sospechamos que está imaginando. Y la imaginación es muy mala
en una persona como ella, que cree que todo lo que ve es real… Las
consecuencias pueden ser imprevisibles.
La novela va mejorando según
se acerca al final, y las últimas páginas son para no soltarlas y decir al
final, con un suspiro: “pasó lo que tenía que pasar”. Un personaje insoportable, pero una historia que hay que terminar.
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