He estado hace unos días en Pamplona, exactamente
el 15 de julio, en plena jornada de limpieza tras los Sanfermines. He visto la
calle Estafeta, el corralillo de Santo Domingo, la plaza de toros, la estatua
de Hemingway… Quizá por eso me ha gustado tanto esta novela.
Comencé sin saber cuál era el argumento, ni dónde
ni cuándo se desarrollaba. Cuál sería mi sorpresa al encontrarme metida de
lleno en los encierros de un día de los Sanfermines, con un muerto por asta de
toro que desde el principio vemos que no ha sido una cogida normal.
El inspector Iturri, policía de Pamplona, es el
encargado del caso. Lola MacHor, abogada de profesión, se ve inmersa en la
investigación por ser compañera de trabajo (y rival) del fallecido. Por una
serie de circunstancias, incluida la ineptitud y quizá algo más de un policía
llegado de Madrid para la investigación, Lola y su marido Jaime son detenidos
como sospechosos de haber cometido el crimen. Pero el inspector Iturri no lo ve
claro y sigue investigando…
Una excelente novela negra donde resulta de vital
importancia conocer al fallecido (por antipático que nos resulte) para conocer
los hechos.
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