lunes, 8 de agosto de 2016

Soy Pilgrim


Cuando una novela es buena, no importa que tenga muchas páginas. De hecho, se agradece. En este caso, estamos hablando de una novela magnífica, y no importa el grosor (casi 900 páginas).
La historia está contada por un agente norteamericano que no es del FBI ni de la CIA, sino de incluso más arriba. Tras tener una infancia complicada, es reclutado por el Gobierno para trabajar en diversos asuntos relacionados con espionaje, utilizando métodos nada ortodoxos en muchas ocasiones. Finalmente, abandona esa vida y escribe un libro sobre investigación criminal que se convierte en un manual para que alguien cometa asesinatos, comenzando por un mugriento motel.
Por otra parte, conocemos la historia del Sarraceno, también desde su complicada infancia. Un niño de Arabia Saudí que ve cómo su padre es decapitado, lo que le lleva a radicalizarse como musulmán y acabar convirtiéndose en un terrorista. Pero un terrorista inteligente y formado, que idea una manera de convertir el terrorismo biológico en una realidad. Dada su formación como médico, le cuesta trabajo pero finalmente consigue sintetizar una variante de la viruela con una tasa de mortalidad del cien por cien.
Los servicios de inteligencia estadounidenses dan con una pista de que algo de este tipo se está cociendo. Necesitan a alguien sobre el terreno, y recurren al ya retirado agente, que adopta el seudónimo de Pilgrim. Todo se convierte en una carrera contrarreloj para evitar que el virus se extienda.

Una novela perfectamente escrita, donde todas las historias encajan perfectamente. Trepidante y adictiva, las últimas cien páginas sólo pueden leerse de tirón. Puede que lo mejor que he leído en los últimos tiempos.

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